I have another confession to make.... I didn´t like Amsterdam and neither Brussels.
Recién llegué anoche de Bruselas y me quedé con un mal sabor de ambos lugares, lo que no se es si era por los lugares o por cómo me sentía yo.
Amsterdam es precioso; impresionantemente bonito. Las casas son como juguetes, realmente la ciudad está llena de tulipanes y hay molinos y canales. Los canales también son preciosos, las personas super amables, pero me encontré la ciudad vacía. Era físicamente bonito, pero no se sentía absolutamente nada estándo allá.
La gota que derramó el vaso fue ver el Distrito rojo. Al principio lo quería conocer porque lo veía como una experiencia cultural, pero lo cierto es que me impactó lo lejos que ha llegado esa sociedad para conseguir dinero por impuestos, en el sentido de que las prostitutas están en virtinas como si fueran objetos, o un pedazo de carne apoyados por la sociedad, y sobre todo al frente de una iglesia y al lado de un kinder garden. Ver padres con sus hijos paseando por los alrededores... really the twighlight zone.
Pero peor aún fue ver que habían hecho una estatua a las prostitutas... are you crazy! Se supone que hacemos una estatua a las cosas que admiramos y queremos recordar y transmitir de generación en generación. Valores como el coraje, la valentía, la sabiduria, la paciencia, etc.
Me da mucha pena todo eso. A lo mejor es falta de ser open mind, pero lo cierto es que no quiero serlo. No porque la sociedad diga que está bien, realmente lo es. No estoy de acuerdo con eso que no lo siento correcto. De hecho ni siquiera podía respirar profundamente allí porque lo sentía super cargado.
Y Bruselas me pareció muy gris. Sin nada interesante que ver.. Edificios muy bonitos, pero nada que ver. La inmigración es muy fuerte y las calles parecieran ser de un país tercermundista... increible pero cierto. Los chocolates muy ricos, pero también los puedo conseguir aqui y la cerveza buena también, pero para mi gusto he probado mejores.
Lo cierto es que no me arrepiento de ir porque me dió la oportunidad de conocer y apreciar lo nuestro. Lo limpio y sano que es nuestra sociedad, lo puro de nuestro aire, lo bonita y cálida de nuestra gente. Y claro, por la oportunidad de ver una exibición de Monet que no había visto antes (estaba increible!).
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